El
pasado febrero, Paul François, un productor de
granos que había iniciado un proceso contra Monsanto, abrió un
precedente en Francia. La empresa fue encontrada responsable de la
intoxicación del productor, el que inhaló restos del herbicida Lasso
cuando estaba limpiando su pulverizador. El 30 de abril el
Estado fue condenado a indemnizar a otro productor de granos que sufre el
síndrome mieloproliferativa. Inicialmente reconocida como
enfermedad profesional, la patología es ahora asociada al uso de productos que
contienen benceno.
Finalmente
el 7 de mayo entró en vigor un decreto que reconoce al Mal de Parkinson
como enfermedad profesional y establece explícitamente un nexo de causalidad
entre la dolencia -segunda mayor enfermedad neurodegenerativa en Francia
después del Alzheimer- y la utilización de agrotóxicos.
La
inclusión del Mal de Parkinson en la lista de enfermedades
ocupacionales genera el derecho a una indemnización para los enfermos,
pero el principal progreso reside en el vínculo legal entre el uso de los
agrotóxicos y esta enfermedad, algo que nunca había sido reconocido.
Es
bueno recordar que el mencionado decreto fue aprobado en los últimos días del
gobierno de Nicolas Sarkozy, algo que deberían tener en cuenta los
autoproclamados gobiernos progresistas de nuestro continente.
Por
otra parte, para Yves Cosset, médico del trabajo y asistente
nacional de salud de la Mutual de Salud de los Agricultores (MSA), las
listas de enfermedades profesionales en la agricultura “están evolucionando
con el conocimiento de la ciencia. No obstante, la mayoría de las enfermedades
relacionadas a los agrotóxicos van a ocurrir en intervalos diferentes, diez,
veinte y hasta treinta años después del inicio de su utilización. En la
medicina del trabajo se comenzó a hablar del amianto en la década de 1960 y
este producto solo fue mencionado en estas listas en 1998 para los cánceres. En
consecuencia, no debe excluirse que otras enfermedades puedan surgir y ser
reconocidas en el futuro”.
Autor:
Enildo Iglesias desde Montevideo, Uruguay
Fuente:
REL-Uita
1-Tomado
de un artículo de Angela Bolis, publicado en el periódico francés Le Monde el
pasado 9 de mayo, reproducido por EcoDebate el 18 de mayo y traducido del
portugués por el autor.
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