Sin
cola, no huelen.
¡Por fin podemos comer sardinas y disfrutar de todas sus propiedades
nutritivas! Hasta el gran descubrimiento de la eliminación del olor que dejaba
impregnada toda la casa. Nos tenía intimidados a la mayoría que anteponíamos
“olor a necesidad” ya que al ser un pescado azul o graso -posee casi 10 gramos
de grasa por cada 100 gramos de carne- y es muy buena fuente de omega-3, que
ayuda a disminuir los niveles de colesterol y de triglicéridos, además de
aumentar la fluidez de la sangre, lo que disminuye el riesgo de
arteriosclerosis y trombosis. Por este motivo, es recomendable el consumo de
sardinas y otros pescados azules en enfermedades cardiovasculares. Su contenido
proteico también es elevado. Bien, pues de nada servían todas sus bondades
hasta el día de hoy que descubrimos que cortándole la cola a la sardina no
huele nada al asarla. Sí, sí, han leído bien, “cortándole la cola no huele nada
a sardina asada”, doy fe de ello. ¡Probad! Si dudas tenéis, probad amigos. El
problema está definitivamente resuelto.
Electro-Receta:
Corta la cola,
limpiala sin mojar, pon sal gorda y directamente a la plancha.
Riquísimas sin olor. Qué
ricas. Ya puedo comer las que quiera.
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